05 septiembre 2006

Hojas de escribano

Hace poco me puse a buscar unos escritos que tenía en algunas hojas sueltas, que eran residuos de viejas libretas. Encontré cosas interesantes, pero casi todas con un tono fatalista. Siguiendo el mismo patrón me decidí a continuar los fragmentos de esas hojas. En mi vida solo me imaginado casado con dos mujeres. No por que no haya tenido más pretendientas, ni porque yo sea tan estricto en mis gustos. Pero creo que solo ellas llenaban por completo mi concepto. En fin, a una de ellas siempre la consideré inalcanzable... la otra fue todo lo contrario, muy terrenal y cercana. Escribí esto para ella.

Llegué a la triste conclusión de que ni yo te interesaba tanto, ni tú me importabas lo suficiente. Porque ninguno de los dos hizo nada por cambiar nuestros destinos. Nos conformamos con el conformismo del otro... no dimos un paso más... no hicimos nada. Que triste pensar que teníamos lo suficiente, como para poder vivir el uno sin el otro. Y digo triste, por que tal vez si lo teníamos, y con eso condenamos nuestro amor... si es que alguna vez existió. Porque, ¿existió acaso? ¿existió verdaderamente, o fue una simple ilusión? Tal vez existió, tal vez quiso existir, con todo el ímpetu, con todas las fuerzas que hubiera podido, pero no lo dejamos ser. Lo condenamos a nuestra cobardía. Por que eso fuimos: un par de cobardes. Creo que lo fuimos. Al menos yo lo fui. Y que triste, por dios, que triste, que lo justifico. Lo justifico con tu comportamiento, con tu indiferencia, con tu desafecto. Con tu eterno distanciamiento. Que palabras tan terribles y tan terriblemente ciertas. Y nunca supe, nunca indagué que causaba ese comportamiento. Siempre supuse que simplemente así eras, pero nunca descarté el que te importara más la opinión de los demás, que la mía y la tuya propia. Que triste también, descubrir que no había mucha diferencia entre estar a tu lado, y estar lejos de ti. Porque aprendí a vivir sin ti, y a pesar de eso, te extrañaba. Extrañaba verte, y nunca deje de soñar con tu contacto. Pero los sueños son solo eso: sueños. Llegan a convertirse en realidad... algunas veces. Pero tú fuiste una realidad que se convirtió en sueño. Y ningún sueño es eterno.

Continuará...

1 comentario:

sofia vallejo dijo...

me acabas de matar con este escrito no mames.. primera vez que entro a tu sitio y me encanto..

saludos espero me visites

sophie